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Los salteños repatriados padecen amenazas y hostigamiento

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Según informó el canciller Felipe Solá, ya se repatrió al 90 por ciento de los 200 mil argentinos varados en diferentes puntos del mundo. Cada semana, la Cancillería, en coordinación con los ministerios de Transporte, Interior, Salud, Defensa y Seguridad, repatrían a 400 argentinos en los vuelos que realizan Aerolíneas Argentinas, la Fuerza Aérea, el Ejército y compañías privadas.

Oficialmente se confirmó que quedan alrededor de 20 mil personas por regresar al país, aunque esa cifra es de referencia, porque «se suman constantemente otros argentinos», indicó el ministro de Defensa, Agustín Rossi, en su reciente visita a Salta. Los que se suman son compatriotas que perdieron su trabajo, estudiantes que estaban en becas o jóvenes en programas de trabajo.

El arribo de los repatriados a Salta, que habían quedado varados en el exterior o dentro del mismo país, atravesó diferentes etapas. Primero llegaron en vuelos, micros comerciales y luego en colectivos que se alquilaban por grupo. Allí comenzaron los repudios de los vecinos; sin embargo, la repatriación se mantenía.

El episodio del trabajador golondrina que habría viajado de polizonte en un colectivo, desde Río Negro, fue la gota que rebalsó el vaso y el gobernador Gustavo Sáenz decidió interrumpir la llegada de micros de larga distancia. La restricción se mantuvo por pocos días, luego continuaron llegando colectivos, reforzando los controles.

Aquellos que debieron pasar por mil peripecias hasta llegar a sus casas, en vez de sentir alivio al cruzar el expeaje de Aunor, comenzaron con otra «pesadilla»: el hostigamiento de los vecinos. Cada repatriado tiene derecho a regresar a su domicilio, la única obligación que el Estado le impuso es guardar estricta cuarentena. «No deben salir ni a comprar», indicó el fiscal federal Ricardo Toranzos, cuando inició el debate por los repatriados.

La discriminación por «sospechoso de portar el virus» tuvo como uno de sus blancos de ataques nada menos que al personal de salud, al que se le colgaban carteles pidiéndole que se fueran de sus casas. Incluso, algunos tuvieron que mudarse por el hostigamiento. Pero ahora esa discriminación alcanza a cualquiera que regrese a su casa.

En los últimos días, el Inadi alertó que aumentaron 40 por ciento las consultas por discriminación a repatriados. «Primero comenzó con personas de origen asiático, luego las consultas fueron por el personal de salud. En las últimas semanas se dieron fuertemente casos de discriminación a personas que fueron repatriadas, que la cuarentena las encontró viajando o haciendo alguna actividad particular», explicó Gustavo Farquharson, titular del Inadi en Salta.

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